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DIALOGOS SOBRE EUTANASIA

María José Ávila Sánchez*

 Son muchas las opiniones que han surgido sobre la eutanasia desde que en Holanda primero se despenalizó y luego se legalizó la misma. Nuestra pretensión no es otra que hablar claramente de lo que se trata la eutanasia, un término muy manoseado y confuso, pero muy circunscrito en el fondo.

 Comencemos con algunas distinciones terminológicas necesarias:

 1. - Eutanasia activa: toma de decisiones que pretenden de forma deliberada acabar con la vida del paciente que sufre. A su vez puede ser voluntaria, si es solicitada por el propio paciente, o involuntaria, sin consentimiento, en cuyo caso hablamos de homicidio.

 2. - Eutanasia pasiva: es el cese de toda actitud terapeútica que lleve a una prolongación de la vida en un paciente en fase terminal. Este término ya está en desuso, ya que no se trata de una acción directa, y se conoce más como suspensión de medidas de soporte vital, por lo tanto recordemos que no se habla de eutanasia, y es el principio que defienden desde los Cuidados Paliativos a pacientes en situación terminal comprobada.

 3. - Eutanasia indirecta: se trata del efecto de muerte de un paciente a consecuencia de un efecto secundario de un tratamiento que pretende el alivio sintomático en el seno de una enfermedad y de una situación clínica que lo hace insoportable. Este principio también se maneja en Cuidados Paliativos en pacientes en situación terminal; la muerte no es pretendida, es colateral al intento de alivio de un síntoma que llevará de cualquier modo a la muerte, pero que puede ser aliviado.

 4. - Distanasia: se trata de la prolongación de la vida de forma artificial, de la vida biológica, por lo tanto es aquí donde hablamos de encarnizamiento terapeútico.

 5. - Ortotanasia: buena muerte, en el momento adecuado y sin sufrimiento.

 Esta clarificación terminológica es fundamental porque como hemos podido comprobar hablamos de eutanasia cuando es activa voluntaria. Este es el supuesto que queda recogido en la ley holandesa que acaba de ser legalizada.

 Aquí quedan otra serie de cuestiones éticas, como son:

 * Cuándo se retiran las medidas de soporte vital.

* Problemas éticos de los Cuidados Paliativos, donde a veces puede quedar amparado el término de suicidio asistido (aunque los profesionales que trabajan en este campo cuentan con recursos para hacer frente a este tipo de situaciones).

* Distinción entre el homicidio (hemos visto que sería el caso de la eutanasia activa involuntaria), y el “dejar morir” (o retirada de medidas de soporte vital).

* El derecho a morir con dignidad, evitando el encarnizamiento terapeútico (a veces incluso demandado por los familiares de los enfermos, o por los profesionales que los atienden).

* Tomar en cuenta el proceso de lo que se llama el consentimiento informado, que no es más que tener en cuenta la opinión del paciente, con todas las dificultades que esto conlleva.

* Responsabilidad y obligación del equipo de profesionales que atienden a estos enfermos. Sería interesante conocer hasta qué punto el paciente cuenta con apoyo de su equipo, hasta qué punto el profesional ha trabajado una relación de confianza, donde haya espacio para la comunicación con el paciente, un lugar para la expresión de temores y miedos, y una posibilidad para el alivio de aquellos síntomas que pueden desesperar al paciente hasta el punto de solicitar que acaben con su vida.

* Consecuencias de la legitimación de la eutanasia. Puede ser una pendiente resbaladiza donde quepan situaciones que no se han analizado de forma ni ética ni adecuada, y el enfermo no cuente con juicio claro para elegir.

IMPLICACIONES DESDE LA BIOÉTICA

 Los principios básicos de la bioética son los siguientes:

 1. - No maleficencia, no hacer un mal.

 2. - La justicia, todos los seres humanos tenemos la misma dignidad, no hay discriminación justificable a la hora de prestar una atención sanitaria.

 3. - La beneficencia, los conocimientos del profesional son para hacer el bien al paciente.

 4. - Autonomía, el derecho del paciente a decidir, muy ligado al proceso del consentimiento informado.

 Analicemos pues el proceso de la eutanasia bajo el prisma de la bioética y sus principios.

 Desde el punto de vista de la no maleficencia es fácil darse cuenta que quedaría vulnerado en el proceso de la eutanasia. Quedarían incluidos tanto aquellos profesionales que dejan de hacer algo que hay que hacer en el caso de un enfermo con situación clínica determinada (ejemplo, no intervenir a una paciente con SIDA tras un accidente de tráfico que puede costarle la vida por el hecho de la enfermedad), como también aquellos profesionales que alargan la situación de un enfermo terminal con medidas extraordinarias proporcionadas o no, sin esperanza de curación, que causará sufrimiento añadido a ese paciente, recordemos que aquí hablamos de distanasia.

 El punto medio en esta situación sería la ortotanasia, en procesos reversibles aplicar medicina curativa, y en procesos terminales lo que se llama medicina paliativa.

 Desde el segundo punto de vista, la justicia, quedaría vulnerado si se tomara en cuenta un diagnóstico para cambiar una decisión, como por ejemplo en una caso de paciente con SIDA, o con antecedentes penales.

 Bajo el tercer principio, la beneficencia, clásico en la Medicina Tradicional, base del Juramento Hipocrático y los Códigos Deontológicos, se ampara la puesta de todos los conocimientos  disponibles para el bien del enfermo, que va desde aplicar tratamientos necesarios para ayudar a vivir, y hasta dónde aplicarlos para ayudar a morir con dignidad.

 En cuanto al cuarto principio, la autonomía, es el principio que se ha plasmado en las cartas de los Derechos de los Enfermos, muy asociado al proceso de consentimiento informado (cuanto se haga al enfermo debe de ser después de que haya dado su permiso libremente, tras haber recibido la necesaria y comprensible información). Sería importante en casos donde un enfermo pueda crea dudas sobre su competencia el poder valorarlo mediante los criterios oportunos. Sin embargo sería bueno comenzar por el principio de presunción  de autonomía, porque la propia enfermedad puede ser un tiempo oportuno para clarificar y decidir sobre aspectos fundamentales de la propia vida. Los enfermos viven con más radicalidad la condición humana, la pobreza, la contingencia y la caducidad.

 Por lo tanto habría que plantearse aquí hasta qué punto un enfermo en situación de gravedad desea acabar con su vida realmente, o por el contrario se trata de una demanda de atención sobre cuestiones colaterales que resultan aversivas, como puede ser el dolor, la ansiedad, o la pérdida de la autonomía. El conocer estos datos y buscar soluciones podría también acabar con muchas demandas de este tipo. La lucha por lograr condiciones de soporte y confort pueden reducir al máximo la posibilidad de que el enfermo plantee la eutanasia activa directa y voluntaria.

 Potenciar a fondo nuestros recursos personales, técnicos, relacionales y sociales se ha convertido en un DEBER MORAL.

 No olvidemos que una sociedad “eutanásica” es aquella que desde sus estructuras y su funcionamiento acortan la vida de sus ciudadanos, y más concretamente de los más vulnerables. A mayor vulnerabilidad de la población afecta mayor responsabilidad del sistema y de los que lo componemos.

 Por lo tanto es de vital importancia la corresponsabilidad en generar condiciones de posibilidad de una vida digna, en la línea de ofrecer alternativas que se contrapongan a la eutanasia activa directa y voluntaria. Heidegger decía que el hombre es un “ser para la muerte”, una manera de afirmar que estamos condenados a morir. Siendo esto esencialmente cierto, no quiere decir por ello que estemos condenados a morir de cualquier forma, sino que estamos obligados a crear esas condiciones que posibiliten un proceso vital significativo, lo que también incluye un significativo proceso de muerte. ¿Quién ha dicho que sea cierto que la mejor muerte es la rápida o la silenciosa?. ¿Acaso no es legítimo plantearse la posibilidad y el deseo de realmente vivir el morir?. Por lo menos deberíamos pensar en la posibilidad de ofrecerlo.  
Se trata pues de vivir una vida llena de sentido, dar más vida a los días, no más días a la vida a toda costa.

*Dra Mª José Ávila Sánchez , Médico de Familia. Especialista en Cuidados Paliativos

Fuente: www.adevida.org