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Dignidad de los chicos “sobrantes”

Por Héctor H. Hernández

             Un reciente fallo de la Cámara Federal de Mar del Plata ordena a Obras Sociales cubrir la fertilización asistida de una pareja que necesita un nuevo hijo para la curación de otro. Es sabido que en ese tipo de casos quedan embriones “sobrantes” y el Tribunal entonces se preocupa por ordenar que no sean descartados y que sean preservados, invocando el famoso caso Portal de Belén, que consagra el respeto a la vida humana desde la concepción. Considerar personas a los embriones y nombrarles tutores, es un triunfo de la vida y un rechazo del tribunal al homicidio del pibe antes del nacimiento, cosa en la que el fallo supera uno reciente de San Nicolás de los Arroyos en que, salvo el voto ajustado a derecho de la Dra. Cristina Yolanda Valdez, se ignoró el asunto.

            Incurriríamos en un lugar común si nos asombrásemos de los avances de la ciencia médica en la materia, que hacen necesario tener bien preparadas las antenas de la ciencia moral y jurídica.  Porque si es cierto que el hombre es dueño de la creación, lo es también que no todo lo que se puede hacer con ella es lícito. Aún con las mejores intenciones, y si de intenciones se trata, en el caso comentado estamos ante las que más conmueven nuestra fibra íntima emotiva y desatan nuestro encomio.  

             El científico moralista más famoso del órgano moral por antonomasia de Occidente quizá exageraba cuando comparaba el desorden de la fornicación simple con el homicidio, al alegar que el eventual hijo que viniese de ella no tendría una comunidad que lo recibiera y protegiera. La base familiar organizada. Si así se opinase de la sentencia de Tomás de Aquino, a quien pertenece, es porque sin ninguna duda no es lo mismo matar a una persona que ya vive, que lanzar o cooperar o autorizar o fomentar que vengan chicos al mundo que harto difícilmente sobrevivan. (Exageración parecida quizá se pueda encontrar en los documentos morales que han equiparado al homicidio el desorden de la usura).  

            Pero no se me negará que algo de eso hay en el caso de autos. Los niños que en el fallo se califican de “sobrantes”, si se cumple el mandato  o la expresión de deseos de la Cámara, serán enfriados para parar el proceso y serán depositados hasta que se encuentre un destino mejor que la heladera.

Dije “si se cumple el mandato de la Cámara porque, conociendo la carencia de fondos para destinos que no dan votos ni tienen detrás un interés que movilice, conociendo los cortes de energía que sobrevienen a menudo y que el personal de los juzgados federales probablemente advierta mucho tiempo después, conociendo la burocracia judicial y lo que son los depósitos de cosas secuestradas en aquéllos, conociendo la falta de piel en el aprecio a la vida humana en la actual cultura abortista, máxime ante el acostumbramiento de ver todos los días esas cosas que no son cosas o el lugar en que están reservadas, pienso que acabo de enumerar sólo algunos de los previsibles obstáculos que los chiquitos congelados tendrán para sobrevivir. A lo que se sumará la falta de unidad de conducción: el expediente, si se apela, irá a Corte; para la ejecución de sentencia, a primera instancia; pero “la idea” surgió en la Cámara; cuando la sentencia quede firme quizá los elencos tribunalicios estén cambiados..., y tal vez los chicos congelados queden depositados en otra ciudad, en una clínica especializada que no sabemos con qué criterios bioéticos se maneja... 

Y también escribí “o expresión de deseos de la Cámara porque en el fallo se lee que como no se pueden imponer al Estado los gastos de crioconservación ya que no ha sido demandado, sí se impone carga a la Defensa Pública Oficial (que tampoco ha sido demandada y de la cual los jueces no son autoridad jerárquica), la de conjuntamente con el tutor de los chicos “sobrantes” que se designe, ir  a gestionar la cobertura de los gastos ante las autoridades. Orden cuestionable por un lado, que mi experiencia de hacer cumplir medidas judiciales al Estado y comunicarse con el mismo me hacen maliciar de muy difícil éxito, pero de la cual es fácil curarse en salud enviando una respectiva nota con un puntual certificado de cumplido y normal aviso de retorno y que previsiblemente quedará jurídica, pulcra y debidamente encarpetada...

Pero, además, “confieso que me produce escozor tal congelamiento pues hay cualquier cantidad de ellos congelados y todavía no se sabe qué destino se les dará”. Asumo plenamente la frase encomillada que Ud. acaba de leer, pero hay que saber que ella proviene del voto del Dr. Ferro, camarista firmante de la sentencia comentada. Es verdad que “el tema es complejo y notoriamente preocupante”, cosa que suscribo y añado que la firma en el mismo fallo el Juez Dr. Tazza. Quien también planteó que es “moralmente discutible y hasta calificada por algunos como ´inmoral´ la práctica misma de la fecundación in vitro” (en esos “algunos” está el ya citado “órgano moral”...). Tema que lamentablemente no trató, pero quien en este asunto tomó el toro por las astas fue la Corte Suprema de Costa Rica cuando declaró la inconstitucionalidad de un decreto que la autorizaba, precisamente invocando el problema de la mortalidad de los chicos “sobrantes”. Pero es bueno señalar que el propio decreto costarricense fulminado de antijuridicidad, que reglamentaba como digo la fecundación in vitro, en su artículo 10 prohibía las congelaciones de estos niños como atentatoria de su dignidad.

En esas condiciones, es lícito plantear objeción a la tesis de si se están preservando los derechos humanos de esas personitas. Y pensar si no habrá que reveer más radical y menos utilitariamente la admisión por parte del Estado, a través de sus jueces, de procesos técnicos, de selecciones cercanas a la eutanasia, de detenimiento abrupto de procesos vitales mediante enfriamientos feroces, avatares que difícilmente se conjuguen, desde el vamos, con su dignidad, y que auguran un futuro siniestro de dominio tecnológico y económico absolutista. Quizá hasta los que no admiten que la reproducción fuera del modo que Dios manda es de suyo inmoral, terminen haciendo, pero luego de muchas ilusiones, frustraciones y daños irreparables de todo tipo, la defensa a ultranza del coito y la prohibición absoluta de toda técnica de “producción” de los hombres que lo soslaye. A mí me parece…y me gustaría dialogar el tema con los amigos de la querida Paraná del Entre Ríos.  

Fuente: La Capital, Mar del Plata, 5/02/2009