Las
familias bajo presión
Matrimonio, financiación
y fe
Por
el padre John Flynn
Menos
parejas casadas estables y más nacimientos fuera del matrimonio es la situación
de Estados Unidos. Estos nacimientos alcanzaron el 36,8% el año pasado, un 1%
más que en el 2004, según un informe del National Center for Health Statistics,
una agencia federal, publicado el 21 de noviembre.
Cerca de 4,1
millones de bebés nacieron el año pasado en Estados Unidos. Más de 1,5 millones
de ellos nacieron de madres no casadas. Los datos mostraban que esta vez no son
las madres adolescentes las responsables del aumento de nacimientos de madres
solteras, sino las madres que están en la veintena.
De hecho, la
tasa de natalidad de las adolescentes descendió un 2% en el 2005, y ahora es un
35% más baja que el tope alcanzado en 1991 con 61,8 nacimiento por cada 1.000
mujeres, observaba el National Center for Health
Statistics.
Poco antes,
un informe de la Oficina del Censo de Estados Unidos revelaba que las parejas
casadas suman sólo el 49,7% de la población. Esta cifra está
por debajo del 52% de cinco años antes, observaba el 15 de octubre el New York
Times. El periódico afirmaba que este declive en el porcentaje de parejas
casadas se debe a un aumento en el número de adultos que pasan una etapa más
larga de sus vidas como solteros o viviendo sin casarse con su
pareja.
No obstante,
Steve Watters, director de la sección de adultos jóvenes de Focus on the Family,
declaraba al New York Times que la tendencia hacia un número menor de parejas
casadas era más una reflexión sobre retrasar el matrimonio que un rechazo
absoluto del mismo.
Allan Carlson, presidente del Howard Center for Family, Religion and Society, era
menos optimista. «La proporción de hogares
de matrimonios casados ha bajado del 76% en 1957 a menos del 50% actual», afirmaba
en un artículo en la entrega del 5-11 de noviembre del National Catholic
Register. «Son cambios masivos, y el matrimonio es una institución que está en
declive».
Pero Maggie
Gallagher, presidenta del Institute for Marriage and Public Policy, sostenía que
el matrimonio no está realmente en minoría. «Aunque hay una clara y preocupante
tendencia hacia un declive del matrimonio en Estados Unidos, la sugerencia de
que el matrimonio se ha convertido en una institución minoritaria es todavía
falsa», declaraba al Register. Diversos expertos apuntan que del 85% al 90% de
los norteamericanos se casará en algún momento de sus
vidas.
Apoyo del
gobierno
Muchas
organizaciones están implicadas en el esfuerzo de consolidar el matrimonio, y
recibieron recientemente un aumento de fondos federales. El pasado verano, el
congreso de Estados Unidos decidió dedicar 100 millones de dólares al año para
promover el matrimonio y 50 millones de dólares al año para lograr padres
comprometidos, informaba el 21 de julio Associated Press.
El gobierno
federal proporcionó algo de dinero en el pasado para promover el matrimonio,
pero sólo sumaba una media de cerca de 14 millones de dólares al año durante los
pasados cuatro años, afirmaba Wade Horn, secretario adjunto para niños y
familias en el Departamento de Sanidad y Servicios Sociales de Estados
Unidos.
Ayudar a las
parejas a valorar la institución del matrimonio es también de importancia clave
según un estudio del organismo de estadística del gobierno canadiense,
Statistics Canada. Un informe del 28 de junio revelaba que un factor clave para
la durabilidad del matrimonio es el nivel de compromiso con la
institución.
En el estudio: «Till Death Do Us Part? The Risk of
First and Second Marriage Dissolution» (¿Hasta que la Muerte nos separe?
El Riesgo de Disolución
del Primer y Segundo Matrimonio), Statistics Canada analizaba datos de
la Encuesta
Social General del 2001, así como los riesgos que afectan al
éxito o fracaso de un matrimonio. Un factor clave encontrado fue el compromiso
de las parejas con el matrimonio como fuente de felicidad.
En el caso
del primer matrimonio, se encontró a personas que creían que la unión marital no
era muy importante para su felicidad. Estas personas corren un riesgo de
fracasar tres veces superior que las personas que lo juzgaban muy
importante.
En el caso
de los siguientes matrimonios, el riesgo de fracaso fue también cerca de tres
veces más alto entre las personas que sentían que el matrimonio no era muy
importante para su felicidad.
Más de un tercio de los matrimonios
canadienses terminará en divorcio antes de que la pareja celebre su trigésimo
aniversario, observaba el informe.
El papel de
la fe
El estudio
también descubrió que el matrimonio y el tener hijos tienden a hacer volver a
las personas a los lugares de culto que pueden haber abandonado en su juventud.
Un total del 86% de los que en alguna vez en su vida estuvieron casados
informaban de que pertenecían a un credo religioso. De estos, el 42% había
asistido a los servicios religiosos al menos una vez al menos en el año que
precedió a la encuesta.
Los índices correspondientes a adultos que nunca se casaron
eran del 77% y el 22%, respectivamente.
A su vez, la
observancia religiosa se asociaba con la durabilidad matrimonial. Las personas
que asisten a servicios religiosos durante el año tienen de un 10% a un 31% de
menor riesgo de disolución matrimonial que aquellos que no asisten
nunca.
El informe
también confirmaba que «el probar» a vivir juntos antes del matrimonio no
funciona. «Vivir como pareja de hecho también se asocia de forma decidida con la
primera ruptura matrimonial», comentaba el estudio. De hecho, el riesgo es un
50% mayor entre las personas que vivieron con su pareja antes de casarse que
entre quienes no lo hicieron.
El
matrimonio, concluía le informe, «todavía parece poseer un aura que lo eleva
sobre el simple acuerdo de convivencia». Las parejas casadas, generalmente,
tienen un mayor
compromiso y una mayor calidad de relación que las uniones de hecho, «que
sugiere algo sobre la naturaleza trascendente del compromiso matrimonial
mismo».
Baja el
divorcio
Al otro lado
del Atlántico ha habido buenas noticias este año para las parejas. Un informe
del Office for National Statistics del Reino Unido mostraba un descenso de más
de un cuarto en el número de matrimonio que acaban en divorcio, comparado con
principios de los noventa.
El Sunday
Times informaba el 2 de abril de que, en el 2003, el número de parejas que se
divorciaron en Inglaterra y Gales tras menos de cinco años fue de 27.511, por
debajo de los 37.252 de hace 10 años. Además, los datos del 2004 muestran que,
por tercer año, se casaron más personas. El número de matrimonios subió un 1%
hasta los 311.180.
El número de
hijos, sin embargo, sigue bajando, observaba un artículo del 10 de abril del
periódico Telegraph de Londres. La media por familia es actualmente de 1,3
hijos, en comparación con los 2,4 de sólo hace tres
décadas.
La principal
razón citada por las parejas para explicar esta reducción en las familias es económica. Los
datos vienen de un estudio de 2.428 adultos. El estudio fue encargado por
la Skipton
Building Society.
La forma en
que se estructuran los pagos sociales del gobierno británico también añade
presión económica a la familia, observaba el periódico británico Independent el
26 de noviembre.
Contaba cómo
a una pareja recién casada que fuera a un centro laboral para recibir consejo
sobre posibles ventajas el funcionario les dijo que sería mejor que se
divorciaran. Una pareja recibe 90,10 libras (175 dólares) en
ingresos de apoyo a la semana y un soltero 57,45 libras (112 dólares). Este
último obtiene un índice de apoyo al cuidado de un hijo mayor y las ventajas por
hijos y jóvenes dependientes.
En medio de
estos obstáculos para las familias, Benedicto XVI tenía palabras de apoyo a las
parejas en su mensaje del Ángelus del 8 de octubre. «Conscientes de la gracia
recibida», afirmaba el Papa, «los esposos cristianos construyan una familia
abierta a la vida y capaz de afrontar unida los numerosos y complejos desafíos
de nuestro tiempo».
«Hoy su
testimonio es especialmente necesario», continuaba. «Hacen falta familias que no
se dejen arrastrar por modernas corrientes culturales inspiradas en el hedonismo
y en el relativismo, y que más bien estén dispuestas a cumplir con generosa
entrega su misión en la Iglesia y en la sociedad». Una tarea más difícil que
nunca.
Fuente: ZENIT.org, 8 diciembre
2006