Distorsionar
las relaciones sexuales
Un
estudio muestra el impacto de la pornografía en el
matrimonio
Por el padre
John Flynn, L.
C.
La pornografía
es una distorsión visual de la sexualidad que supone una importante amenaza para
el matrimonio, afirma un informe publicado en diciembre por el Family
Research Council.
Patrick F.
Fagan, miembro y director del Centro de Investigación sobre el Matrimonio y la
Religión del Centro, describía los efectos sociales y psicológicos de la
pornografía en su estudio: The Effects of Pornography on Individuals,
Marriage, Family and Community.
Contrario al
argumento de que la pornografía es un placer inofensivo, Fagan hacía referencia
a evidencias clínicas que muestran que ésta distorsiona de modo significativo
las actitudes y percepciones sobre la naturaleza de la
sexualidad.
Si son
consumidores habituales de pornografía los hombres, tenderán a tener una
tolerancia mayor hacia los comportamientos sexuales anormales, observaba el
estudio. Es también
un hábito muy adictivo, debido a la producción de hormonas que
estimulan los centros de placer del cerebro.
Fagan reconocía
que la energía sexual es una poderosa fuerza, pero debido a ello la sociedad
necesita encauzar esta energía de una forma que fomente el bien común. El
matrimonio legitima la intimidad sexual, protege a los hijos que son fruto del
acto sexual, y promueve la estabilidad social.
Poner límites a
la actividad sexual ayuda a los adolescentes mientras maduran a orientar de
forma correcta su sexualidad. Desgraciadamente, comentaba el estudio, el
desarrollo de los modernos medios ha derribado estas barreras y ha incrementado
la forma en que los creadores de pornografía pueden introducirse en la vida
familiar.
Consecuencias
para la familia
Al tratar las
consecuencias para el matrimonio, Fagan hace referencia a estudios que
demuestran cómo afecta a las mujeres el consumo de pornografía de los
maridos.
En muchos casos,
las esposas de consumidores de pornografía sufren daños psicológicos profundos,
observaba. Entre ellos, sensaciones de traición, pérdida, desconfianza y cólera.
Pueden también sentirse poco atractivas o no aptas sexualmente, lo que a su vez
puede llevar a la depresión tras descubrir que sus maridos ven
pornografía.
Fagan añadía que
los consumidores masculinos de pornografía tienden a disminuir su implicación
emocional en sus relaciones sexuales, lo que tiene como efecto que sus esposas
sufran que disminuye la intimidad de sus maridos. En un estudio, los maridos
afirmaban querer menos a sus esposas tras largos periodos dedicados a ver
pornografía.
La pornografía
también tiene impacto en el lado físico de las relaciones puesto que la
exposición prolongada fomenta la insatisfacción con el otro y con su
comportamiento sexual.
Fagan hacía
referencia a otros estudios que mostraban que los consumidores de pornografía
ven cada vez más la institución del matrimonio como un confinamiento sexual y
esto les lleva a dudar del valor del matrimonio como institución
social.
Verdadera
infidelidad
El
distanciamiento emocional de las esposas y el mismo matrimonio sufren las
consecuencias. Fagan observaba que el consumo de pornografía y de otras formas
de contacto sexual online se considera por muchas esposas tan perjudicial
para la relación como una infidelidad de verdad en la vida
real.
De hecho, los
hombres y las mujeres reaccionan a la pornografía de modo diferente. Un estudio
llevado a cabo entre estudiantes encontró que los hombres se trastornaban más
por la infidelidad sexual mientras que las mujeres, por la infidelidad
emocional.
Otro estudio
examinaba los diversos tipos de degradación de la pornografía. Tanto hombres
como mujeres calificaban tres temas principales como los más degradantes de
todos, pero con intensidades diversas: las mujeres los consideraban más
degradantes que los hombres.
El
impacto en las mujeres
aumenta cuando sus maridos se vuelven adictos a la pornografía. Fagan citaba
un estudio que revelaba que el 40% de estos adictos al sexo pierden a sus
esposas. No se ha investigado mucho la relación entre pornografía y divorcio,
pero citaba un estudio sobre informes de abogados de divorcios que reflejaba que
en el 68% de los casos de divorcio una de las partes había encontrado un nuevo
interés amoroso en internet, y en el 56% una de las partes tenía un interés
obsesivo en las páginas webs pornográficas.
Las mujeres no
son las únicas que sufren cuando la pornografía se convierte en adicción. El
informe de Fagan observaba que el consumo adictivo de pornografía lleva una
menor autoestima y a un menor capacidad entre hombres de llevar una vida social
y laboral significativa. Un estudio sobre adictos a la pornografía reveló que se
sentían afligidos y experimentaban cómo un importante aspecto de sus vidas
estaba deteriorado como resultado de su adicción.
Ilusorio
La pornografía
presenta la actividad sexual como una suerte de acontecimiento deportivo o
diversión inocente, comentaba Fagan, sin ningún impacto importante en las
emociones o en la
salud. Argumentaba que esto simplemente no se corresponde con
la realidad.
De hecho, la
pornografía lleva percepciones distorsionadas de la realidad social: una
percepción exagerada del nivel de actividad sexual de la población general, y
una estimación que infla la probabilidad de actividad sexual premarital y
extramarital. También lleva a una sobreestimación del predominio de perversiones
como el sexo en grupo, la bestialidad y la actividad
sadomasoquista.
“De este modo
las creencias que se forman en la mente del espectador de pornografía están
bastante lejos de la realidad”, observaba Fagan. “Un ejemplo es que la visión
repetida de pornografía induce a enfermedad mental en materia
sexual”.
Entre las
distorsiones creadas por la pornografía están tres creencias: (1) las relaciones
sexuales en la naturaleza son algo recreacional, (2) los hombres son en general
sexualmente dominantes, y (3) las mujeres son objetos o mercancías
sexuales.
En consecuencia,
Fagan describía cómo la pornografía fomenta la idea de que la degradación de las
mujeres es algo aceptable. Además, puesto que los varones utilizan la
pornografía con mucha más frecuencia que las mujeres, su predominio conduce a la
idea de que las mujeres son objetos para el sexo o mercancías
sexuales.
Fagan observaba
que una gran cantidad de pornografía es de contenido violento. Un estudio de los
diferentes medios pornográficos encontró violencia en casi una cuarta parte de
las escenas de revistas, en más de una cuarta parte en las escenas de vídeo, y
en más del 40% de la pornografía online.
Los estudios
sugieren que hay una conexión entre la exposición a la pornografía y las
agresiones sexuales, añadía. Incluso el consumo de pornografía no violenta
aumenta la voluntad en los hombres de forzar a sus parejas sexuales cuando estas
no consienten.
El consumo de
pornografía se asocia también a delitos sexuales, afirmaba Fagan. Citaba un
estudio de delincuentes sexuales en internet, condenados, que informaba que
habían pasado más de 11 horas a la semana viendo imágenes pornográficas de niños
en internet.
Otro estudio
comparado de agresores sexuales y de personas que no lo eran revelaba
diferencias significativas en el uso de la pornografía como adolescentes. Una
gran proporción de violadores y acosadores habían visto pornografía dura en su
adolescencia.
Adolescentes
La pornografía
por tanto no sólo daña los matrimonios, sino que también tiene un fuerte impacto
en los adolescentes. Un estudio sobre adolescentes mostraba que el consumo
habitual de pornografía suele llevar a no tener fidelidad a sus novias. De igual
forma, el uso de pornografía aumentaba después su infidelidad matrimonial en más
de un 300%.
Fagan describía
cómo los adolescentes que ven pornografía se desorientan durante la fase de
desarrollo en la que están aprendiendo a afrontar su sexualidad y cuando son más
vulnerables a la incertidumbre sobre sus creencias sexuales y sus valores
morales.
Un estudio sobre
adolescentes encontró que el contenido explícitamente sexual en internet
aumentaba de modo significativa sus incertidumbres sobre la sexualidad. Otro
estudio hallaba que los adolescentes expuestos a altos niveles de pornografía
tenían un nivel más bajo de autoestima sexual.
Existe también
una significativa relación entre ver con frecuencia pornografía y sentimientos y
sensación de soledad, incluyendo graves depresiones.
El alto consumo
de pornografía en la adolescencia está relacionado con un significativo aumento
de actos sexuales con amigos no románticos y puede ser un factor de importancia
en los embarazos adolescentes.
Mucho antes de
la llegada de internet, el Concilio Vaticano II comentaba su decreto sobre los
medios que, si utilizaban de modo apropiado, los medios podían ser de gran
utilidad para la humanidad.
La Iglesia “sabe
también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino
Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal
angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada
frecuencia para la sociedad humana·, observaba el decreto (No. 2). Un mal uso
que hoy suele envenenar demasiado a familias y a
matrimonios.
[Traducción del
inglés por Justo Amado]
Fuente: ZENIT.org