Preservativos
y VIH en adolescentes: una evaluación médica
Completísimo
análisis médico publicado en la revista Linacre
Quarterly realizado por los especialistas Raul Alessandri, M.
D., Zelig Friedman, M. D., Liliana Trivelli, M.D., y que aún no habíamos
difundido.
Linacre Quarterly 1994
(agosto); 61: 62-74.
El Dr. Alessandri es patólogo
en el Long Beach Memorial Hospital desde 1986. El Dr. Friedman, alergólogo, es
también rabino ortodoxo. El Dr. Trivelli es Inspector de la Asociación
Americana de Bancos de Sangre.
La revolución sexual,
ampliamente difundida, como suele suceder con muchas cuestiones, ha implicado a
estratos inesperados de sociedad: jóvenes descuidados han llegado a ser
sexualmente activos a edades más y más jóvenes, con una cohorte de promiscuidad,
enfermedades de transmisión sexual, embarazos ectópicos y aumento exponencial
del número de embarazos y niños nacidos fuera del matrimonio, que crecen en un
ambiente lleno de carencias psicoafectivas. A esto tenemos que agregar el riesgo
de que el VIH/SIDA puede llegar a ser muy prevalente en este grupo, a pesar de
la decisión política de que el SIDA no es una enfermedad de transmisión
sexual.
Los preservativos,
virtualmente aparcados como contraceptivos eficaces, debido a su alta frecuencia
de fracaso, reducción del placer y empleo antipático, han sido resucitados y
escogidos como medio para "un sexo más seguro", para proteger a nuestros jóvenes
de esta epidemia.
Hay fallos de bulto en este
enfoque que, con un poco de honestidad y buena voluntad, no pretende ser "la
solución "100%", sólo lo mejor que podemos ofrecerles a quienes llegarán a ser
sexualmente activos". No solamente no es ninguna solución, sino que puede
significar multiplicar el problema. El Dr. Noble, un especialista en
enfermedades infecciosas, lo expone esta manera: "Entregar preservativos a los
adolescentes es como entregarles pistolas de agua para una alarma general de
incendio".(1)
Fallo mecánico
del preservativo
A) Es bien conocido que los
preservativos se rompen y se resbalan, incluso en las mejores manos, por así
decir. Hay dos estudios controlados recientes de Trussel et al. que informan de
frecuencias de rotura y de deslizamiento del 14,6%. En el primer estudio, los
autores resumen: "Un estudio prospectivo empleando dos marcas de preservativos
encontró que, de 405 preservativos empleados para las relaciones sexuales, el
7,9% o se rompió durante las relaciones o al retirarse, o se resbaló durante las
relaciones; ninguno de estos hechos está relacionado con el tipo de
preservativo. El 7,2% se resbaló al retirarse; no se encontró relación entre el
deslizamiento del preservativo y su marca o el uso anterior de preservativos,
pero era significativamente más alto cuando se usó algún lubrificante
adicional".(2) En el segundo estudio, un comentario en la revista Family
Planning Perspectives(b), se lee: "Los
investigadores observan que la alta frecuencia con que los preservativos se
resbalan y se caen al retirarse -17% de los preservativos que no se habían roto
o caído durante las relaciones- indica un alto nivel de uso inadecuado. Indican
que un mejor empleo puede ser difícil de conseguir, pues todas las mujeres que
participaron habían recibido instrucciones escritas y verbales sobre su empleo
adecuado".(3)
B) Control de Calidad de la
FDA(c). En la primavera de 1987, la FDA empezó a usar una prueba de
pérdida de agua, en la que "el preservativo se llena con 300 ml de agua y se
verifica si pierde" ... "Se acepta que tienen un nivel de calidad aceptable
cuando, en cualquier lote dado, la tasa de fallo por permeabilidad al agua no
excede 4 preservativos por 1000. Los lotes que exceden este criterio específico
de rechazo son retirados o excluidos de la venta. Entre los lotes de
preservativos que tenían un nivel de calidad aceptable, la tasa de fallos
observada estaba en el 2,3/1000". En el estudio de febrero del 88 había una tasa
de fallo global de todos los lotes del 12%, y hubo 16 rechazos de preservativos
defectuosos.(4) Rechazos relativamente recientes incluyen las marcas "Ramses
Extra Strength" (marzo de 1991) debido a "cantidad inaceptable de orificios y
fisuras del anillo"(5), "Saxon Wet Lubricated" (mayo de 1991) por no pasar el
control de calidad de la FDA(6), y otro rechazo numeroso fue citado por The New
York Times en noviembre de 1991.
La prueba de la permeabilidad
ha mostrado que el látex no es impermeable a las partículas del virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH).(7) Los guantes quirúrgicos de látex, necesarios
para el control de la infección, a menudo son permeables: no es raro encontrarse
sangre en manos, y la solución práctica es llevar dos pares de guantes. Esta
técnica no parece práctica ni aceptable con los
preservativos.
C) Sexo anal. A pesar de
nuestra preocupación por el asunto, no tenemos noticia de que existan
preservativos para el sexo anal ampliamente disponibles. Es posible que los
fabricantes estén renuentes a anunciar tales productos. "A causa del mayor roce
durante la relación anal, los preservativos deben ser más fuertes de lo normal"
afirma un estudio sobre seguridad y aceptabilidad de los preservativos por
hombres homosexuales. Cuanto más seguro (más grueso) es el preservativo, menor
es su aceptación.(8) Y la tasa de fallos en el sexo anal es mucho más alta que
en el sexo vaginal ya que, por razones anatómicas y fisiológicas, el recto y la
vagina no son homólogos. Dadas las cifras proporcionadas por la Sección de SIDA
del Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York, por el tipo y modo de
transmisión, el sexo anal es particularmente peligroso entre las personas
jóvenes: antes de los 30 años, implica contagio a una edad temprana. En
diciembre de 1992, en Nueva York había 4587 casos de SIDA en hombres. Se había
determinado el modo probable de transmisión en 4352 casos. De éstos, 2687
mantenían relaciones sexuales con hombres pertenecientes a grupos de riesgo, 261
habían usado drogas por vía intravenosa y tenían relaciones sexuales con
hombres, y 2 habían mantenido relaciones sexuales con mujeres pertenecientes a
grupos de riesgo. El problema es bastante diferente en las mujeres: El número
del total de casos con menos de 29 años era de 1454, de los que 1298 tenían
buena información y, de éstos, 511, casi el 40%, habían tenido relaciones
sexuales con hombres pertenecientes a grupos de riesgo.(9) Es importante fijarse
en estas cifras, porque parece que el aumento registrado del "SIDA del
heterosexual" es, básicamente, un problema de la mujer. Las cifras no son tan
extremas en los datos recogidos por el CDC(d), pero hay una
diferencia clara y enorme entre el riesgo que representan las relaciones
heterosexuales para las mujeres y para los hombres.Fracaso atribuible al
usuarioSe ha informado de que el fallo de los preservativos empleados como
contraceptivos por la población adolescente puede ser hasta del 50%.(10) Aunque
es cierto que un porcentaje muy alto de estos fallos es debido a no haberlos
usado, tenemos que reconocer que hay numerosas publicaciones científicas que
afirman que la educación sexual/VIH ha fracasado sistemáticamente en su intento
de producir cambios significativos en la conducta de los adolescentes, sobre
todo por lo que se refiere a un comportamiento que reduzca el riesgo de
contagio.(11-16)
Los datos están bien resumidos
por A. R. Shiffman, que afirma lo siguiente: "El conocimiento acerca de SIDA o
de la infección por VIH y su prevención no se asoció con ningún cambio en las
conductas de riesgo, ni tampoco lo estuvo con el número de fuentes de
información acerca de la epidemia, ni con el conocimiento directo de pacientes
infectados, ni con la estimación del riesgo personal, ni con el consejo de
someterse a una prueba de VIH. De hecho, los jóvenes cuyas conductas del riesgo
aumentaron más fueron los tuvieron más probabilidades de conocer a alguien que
había muerto de SIDA y que estimaron su propio riesgo como alto. La mayoría de
los jóvenes dijeron que no usaban preservativos regularmente, que no les
gustaban, y que tenían poca confianza en su capacidad
protectora".(17)
Un obstáculo serio para que
los adolescentes usen preservativos reside en que, frecuentemente, sus
relaciones sexuales tienen lugar a raíz de un impulso repentino. Una encuesta
muy conocida de Harris, comisionado por Planned Parenthood(e) en
1986, registró que el 83% de los jóvenes entre 14 y 15 años declaró que su
primera experiencia sexual fue inesperada.(18) El Dr. D. Kirby escribió en
Family Planning Perspectives que, en estudios controlados realizados en
dispensarios de escuelas, no se había obtenido ningún impacto en su uso como
contraceptivos. Halló que las dos razones más comunes dadas por las jóvenes era
que "no esperaba tener relaciones sexuales" y que "simplemente no pensaba que
pudiera quedarme embarazada". La mayor parte de las razones, continúa diciendo,
"no estaba relacionada con el acceso a los contraceptivos".(19) Un estudio más
reciente, en la misma publicación, no encontró ninguna disminución de la tasa de
nacimientos entre quienes acudían al dispensario.(20)
Varios autores que han
estudiado factores psicosociales y predictivos de uso del preservativo entre
estudiantes encontraron que el uso inadecuado del preservativo era muy
prevalente, y estaba asociado con conductas de alto riesgo (promiscuidad,
drogas) que, a su vez, estaban asociadas con circunstancias vitales adversas:
poca ayuda de los padres, abuso de medicamentos, problemas
académicos.
Por ejemplo, Anderson encontró
que el empleo inadecuado o el no empleo de preservativos afectaba al 65,6% de
los niños a quienes se había hablado acerca del SIDA y al 66,6% de aquellos a
los que nunca se les había hablado. El empleo del preservativo "siempre" era del
34,4% y 33,4% respectivamente. También halló que la enseñanza sobre el VIH/SIDA
no se asocia a un comportamiento sexual menos
peligroso.(2l)
Weisman ha registrado que la
frecuencia media de uso correcto del preservativo en adolescentes era del 16%,
algo más alta para "relaciones monógamas" y baja para casos de relaciones no
estables.(22) H. Walter halló, en un estudio en la ciudad de Nueva York y en las
escuelas del condado de Rockland, que, del 36% de los alumnos de 10º grado que
eran sexualmente activos, 25,2% usaban los preservativos incorrectamente, y este
mal uso estaba asociado con promiscuidad y drogadicción.(23) Y DiClemente halló
que el número de compañeros sexuales durante la vida era inversamente
proporcional a la frecuencia de uso del preservativo.(24)
D. Orr encontró que sólo el
22% de las muchachas que participaron en su estudio había usado preservativo
durante la última vez que tuvieron relaciones sexuales. 55 de las del grupo
"siempre" no lo había usado la última vez. De éstas, el 23% ya había estado
embarazada y el 19% tenía a la vez una ETS(f) (Chlamydia)(25). Y,
según la Revista de Morbilidad y Mortalidad de enero del 92, menos del 50% de
los estudiantes usaron un preservativo durante sus últimas relaciones
sexuales(26). Un informe previo de D. Orr sobre "Actividad sexual prematura como
indicador de riesgo psicosocial" afirma que sus datos "apoyan la idea de que la
actividad sexual está asociada de modo significativo a otras conductas
peligrosas para la salud y que, con el aumento de la edad, las relaciones
sexuales se asocian más frecuentemente con el empleo del alcohol o la marihuana,
y esta asociación
es mayor en las muchachas".(27) Gillmore et al. informaron de
que la conducta sexual peligrosa se asocia con abuso de medicamentos y alcohol,
tabaquismo y delincuencia. En cambio, en su estudio, los adolescentes
comprometidos con los valores, actividades e instituciones convencionales, tales
como la familia y la iglesia, tenían menos probabilidad de emprender una
conducta sexual peligrosa "presumiblemente porque piensan más en el futuro".(28)
Un comentario reciente en Family Planning Perspectives titulado "Sexo entre
adolescentes y otras conductas peligrosas" afirma que los adolescentes raramente
emprenden una sola conducta problemática (drogas, violencia, robo, fracaso
escolar o expulsión de la escuela). Por contra, tienden a llevar a cabo
conductas con múltiples problemas.(29)
Los preservativos "pueden
ayudar a reducir el peligro" pero se deben usar correcta y consecuentemente.
Esto no es lo más probable entre adolescentes, y tampoco sucede en la población
adulta, al contrario: estudios recientes entre estudiantes de Universidad han
mostrado que, aunque están preocupados por el riesgo de adquirir una ETS, y
conocen las técnicas para un "sexo más seguro", pocos las siguen. Sólo el 23%
usa preservativos "siempre".(30) Incluso entre varones homosexuales jóvenes,
como señala Klepinger et al., sus percepciones sobre la severidad de la
enfermedad parecen tener poco impacto en su conducta sexual, y no existe una
relación clara entre su conocimiento del SIDA, su número de relaciones sexuales
recientes, su uso del preservativo o su participación en relaciones sexuales
anales o casuales".(31) Los hemofílicos y sus esposas constituyen un grupo
especial: la mayoría de los pacientes se infectó por el uso de hemoderivados
contaminados antes del desarrollo de pruebas de detección del VIH. Un grupo
grande de estas parejas, usualmente de relaciones estables y monógamas, fueron
aconsejados sobre las técnicas para un "sexo más seguro". A pesar del riesgo
obvio, el incumplimiento fue un problema común, y alcanzó una frecuencia del 45%
- 55%.(32,33)
El empleo de preservativos
requiere habilidad, madurez, autodisciplina, planificación, motivación. Los
adolescentes, inmaduros, impulsivos y arriesgados, que buscan la satisfacción
inmediata, no parecen buenos candidatos para adquirir y practicar esas
cualidades. Y si pudiéramos enseñárselas, no tendríamos la actual crisis
educativa, con la elevada frecuencia de fracasos que
experimentamos.
La cuestión de fondo es que
los adolescentes emprenden la actividad sexual debido a problemas más profundos,
y ninguna cantidad de educación sexual los persuadirá para que usen
preservativos correcta y adecuadamente.
Preservativos
para la protección contra la seroconversión
VIH
Nuestra búsqueda detallada en
la literatura reciente no ha llegado a revelar ninguna publicación médica que
muestre una correlación positiva fuerte entre la confianza en el preservativo y
la prevención de transmisión sexual del VIH.(32-39) Hay, ciertamente,
declaraciones de fe en los preservativos, pero la evidencia científica bien
controlada no consigue apoyar esta fe. (De hecho, hemos sido incapaces de hallar
ningún estudio controlado reciente de uso del preservativo que proporcione
protección contra ninguna enfermedad de transmisión sexual. En todo caso, parece
existir una correlación positiva entre la disponibilidad más fácil de
preservativos, que se manifiesta, por ejemplo, en las leyes que exigen la libre
distribución de preservativos en las farmacias, y la actual epidemia de
ETS).
La mayoría de los estudios se
han llevado a cabo durante cortos períodos de tiempo, no tienen grupos de
control satisfactorios o están realizados sobre grupos que no son
representativos de nuestra población joven. Por ejemplo, algunos de estos
estudios se han realizado con hemofílicos casados, cuya actividad sexual es
escasamente comparable a la de los jóvenes. Además, en estos grupos parece estar
en juego algo diferente, porque hubo varios embarazos que no se acompañaron de
seroconversión.(33) La prevalencia de la seroconversión en este grupo es sólo
del 10% aproximadamente,(32,33,38,40) y esta baja cifra ha sido confirmada por
PCR(g)y cultivos virales.(41,42) Esto conduce a poner en duda todos
los estudios de "prevención por medio del preservativo" en parejas con
hemofílicos.Estudios documentados sobre prostitutas en un país africano
revelaron altos niveles de seroconversión, que llevaron a la interrupción del
estudio. Este estudio también incluyó el uso de Nonoxynol 9, que había sido
recomendado como protección, porque parece tener actividad antiviral "in vitro".
En el momento en que se interrumpió el estudio, las prostitutas que usaban el
Nonoxynol había tenido un número más alto de seroconversiones, aunque la
diferencia no llegaba a ser estadísticamente
significativa.(43)
Hearst et al. han intentado
estimar el riesgo de seroconversión. Su conclusión: "Usar un preservativo con un
usuario de drogas intravenosas, un hombre bisexual, o una prostituta es mucho
más peligroso que mantener relaciones sexuales sin un preservativo con alguien
quien no pertenece a un grupo de alto riesgo".(44)
Se han obtenido conclusiones
similares estudiando la frecuencia de reinfección de pacientes tratados de ETS,
que habían sido instruidos en el uso de preservativos. Según Cohen et al., el
19,9% de los varones y el 12,6% de las mujeres estuvieron reinfectados después
de un periodo de sólo 9 meses.(45)
Finalmente, un estudio
detallado y estadísticamente exhaustivo llevado a cabo por Susan C. Weller, de
la Facultad de Medicina de Galveston, Universidad de Texas, y recientemente
publicado en Social Science and Medicine, después de examinar 87 artículos
científicos, concluye que la selección cuidadosa de compañeros sexuales reduce
el riesgo por un factor de dos a cuatro órdenes de magnitud. Los preservativos,
en cambio, suponiéndoles una efectividad del 90%, reducirían el riesgo sólo en
un orden de magnitud y, según su análisis de los datos empíricos, su efecto
protector debe estimarse como sólo del 69%.(46)
Muchos de los autores
previamente mencionados subrayaban que el falso sentido de seguridad
proporcionado por el "sexo protegido", cuando realmente el grado de protección
es tan bajo, puede llevar a un aumento real del número de casos, cuestión que
parece haber ocurrido con embarazos de adolescentes, que siguieron a la
instauración de dispensarios escolares que distribuían
preservativos.
Enfermedades de
transmisión sexual (ETS)
Los adolescentes padecen ETS
con mucha frecuencia. Un informe reciente del Instituto Alan Guttmacher,
reproducido en The New York Times (31 de marzo del 93) afirma que la incidencia
de ETS en los Estados Unidos
es de 12 millones de casos nuevos por año y, de estos, 3
millones, 25%, se dan en personas menores de 25 años. Las ETS afectan
desproporcionadamente a las mujeres, produciendo la enfermedad inflamatoria
pélvica (PID), infertilidad y embarazos ectópicos, y haciendo a estas mujeres
mucho más susceptible al SIDA. Según William R. Archer, "una de cada tres
adolescentes sexualmente activas adquirirán una ETS antes de graduarse en
la High
School".(47) Y McCray afirma: "Las personas con una ETS que
produzca ulceraciones genitales o anales (sífilis, chancro blando, herpes
simple) puede, por razones biológicas, tener un riesgo mayor de adquirir y
transmitir la infección por VIH".(48) Para complicar las cosas, el 80% de estos
pacientes no sabe que tiene una ETS, y puede transmitirla sin darse cuenta.(49)
Y los adolescentes que usan drogas, son sexualmente promiscuos o realizan coito
anal son especialmente susceptibles a las ETS y VIH.(50)
Los preservativos no ofrecen
una buena protección contra las ETS. La publicación oficial del CDC, Morbidity
and Mortality Weekly Review (MMWR) afirma lo siguiente: "La abstinencia y las
relaciones sexuales con una pareja no infectada y mutuamente fiel son las únicas
estrategias de prevención completamente efectivas. El uso adecuado de
preservativos durante toda relación sexual puede reducir, pero no eliminar, el
riesgo de ETS. Las personas que tienen probabilidades de infectarse o saben que
están infectados por el VIH deben ser conscientes de que el uso del preservativo
no puede eliminar completamente el riesgo de transmisión para ellos o para otros
... los preservativos pueden ofrecer menos protección porque hay áreas de la
piel no cubiertas por el preservativo que pueden ser infecciosas o vulnerables a
la infección.
La efectividad real de uso del preservativo en la prevención de
ETS es más difícil de evaluar. Los preservativos no son siempre eficaces para
prevenir las ETS".(4) Y Cates, en Family Practice Perspectives, pone las cosas
de modo incluso más difícil de evaluar: "Estudios controlados sobre la
protección de los preservativos contra ETS realizados con mujeres proporcionan
una evidencia menos convincente que las investigaciones correspondientes
realizadas con hombres". En el mismo estudio, no encuentra ninguna diferencia en
la prevalencia de la infección por Chlamydia entre el grupo que empleaba
preservativo y el que no lo empleaba.(51) Y Samuels halló que los estudiantes
universitarios usuarios de preservativo tenían una tasa infección del 35,7%, y
los no usuarios del 37%, diferencia que no es estadísticamente
significativa.(52)
Los preservativos proporcionan
una protección particularmente pobre contra la transmisión de virus del papiloma
humano (HPV), algunas de cuyas cepas están asociadas al cáncer de cuello
uterino. Recientemente se ha añadido a la definición del SIDA el cáncer de
cuello uterino diseminado. Cates cita un estudio finlandés en el que los
preservativos no tenían ninguna utilidad para la protección contra infecciones
cervicales por el HPV(51), y Dr. Richart, director de Patología Ginecológica del
Centro Médico presbiteriano de Columbia, en una entrevista en Oncology Times,
declaró que el 20% de los hombres infectados tienen lesiones de HPV en sitios
distintos al pene, muchas de ellas sumamente difíciles de ver pero, no obstante,
infecciosas. Al parecer, el 20% de las mujeres entre 14 y 18 años ya está
infectada por el HPV, y tres de cada cuatro tiene cepas del virus asociadas al
cáncer de cuello.(53) Y Dr. Dervin, en la revisión anual de Medicina de familia,
patrocinada por la Facultad de Medicina de San Francisco, Universidad de
California, subrayó que la infección por HPV es una enfermedad regional más que
localizada, y que no es susceptible de control con medidas locales tales como el
preservativo.(54)
Los preservativos y las ETS
son problemáticos no sólo a causa de su propia patología, como hemos resumido
más arriba, sino también por el hecho de que las ETS facilitan la transmisión
sexual del VIH. ésta ocurre no sólo a través de lesiones de la piel o mucosas,
sino también por la respuesta inflamatoria celular, que incluye células muy
infectadas por el virus.
Educación sexual
sobre contraceptivos y actividad sexual
Desde comienzos de los años
50 ha
habido un aumento lento de la actividad sexual de los adolescentes y de los
embarazos fuera del matrimonio. Las cifras en aquellos tiempos eran del orden
del 3-5%, siempre mayor entre minorías pobres. A mediados de los sesenta, la
frecuencia de maternidad sola había crecido hasta el asombroso nivel del 16%, lo
que llevó al Prof. Moynihan (actualmente Senador Moynihan) a instaurar poderosas
medidas para ayudar a restablecer la familia de dos padres. Planned Parenthood y
el Sex Information and Education Council(h) de los Estados Unidos
(SIECUS), observando el mismo problema, defendieron con éxito el desarrollo de
planes de estudio con educación sexual, poniendo énfasis en la contracepción, y
en el establecimiento de dispensarios escolares de los que se excluían a los
padres. Las aspirinas y los cultivos de exudado faríngeo no se pueden
proporcionar secretamente a menores, pero estas restricciones no se aplicaron a
los contraceptivos ni al consejo sobre cómo usarlos. Siguiendo la idea del caso
Roe v. Wade, aconsejar el aborto ha sido también un elemento frecuente en el
armamento de estos dispensarios. El llamativo paralelo entre el desarrollo de
planes de estudio con educación sexual explícita, disponibilidad de
contraceptivos, y la explosión de embarazos juveniles ha sido bien documentado
por S. Roylance, J. A. Ford y J. Kasun en su testimonio ante el Comité del
Senado sobre Trabajo y Recursos Humanos, en marzo de 1981. Sus datos mostraron
que los embarazos aumentaron conforme se introdujeron estos nuevos programas, y
la tasa de embarazos aumentó paralelamente a los gastos en estos programas: los
Estados con gastos más altos mostraron los niveles más altos de embarazos y
abortos. En California, uno de los estados pioneros, la tasa de embarazos creció
20 más rápido de 1970
a 1976 que en el resto de la nación, y en el condado de
Humboldt, este aumento fue 40 veces más rápido después de la introducción de los
programas de educación sexual.(55)
Estos hallazgos deben
contrastarse con los resultados de una ley aprobada en Utah en 1980, que
requiere el consentimiento paterno para la distribución de contraceptivos a
menores; hubo un descenso substancial en la asistencia clínica, las cifras de
embarazos y abortos de adolescentes.(55) Un resultado similar se observó en
Minnesota a partir de una ley de 1981 que obligaba a notificar a los
padres.(56)
En 1982, Dr. H. H. Newman,
director médico del Departamento de Salud de New Haven, escribió que, con la
excusa de reducir los embarazos entre adolescentes, los programas de educación
sexual intentaron enseñar a los niños a alcanzar el ajuste sexual, a explorar
cuestiones como la masturbación, técnicas sexuales, homosexualidad y violación.
En sus palabras: "En lugar de enseñar a los jóvenes a evitar un embarazo no
deseado y su consecuencias, les enseñamos que la alegría del sexo es su herencia
humana". Continúa diciendo que no hay ninguna evidencia científica acerca de que
tales cursos tengan un
impacto positivo sobre los embarazos de adolescentes. Su propia
experiencia sugiere lo opuesto, y cita el caso de Suecia que experimentó un
aumento de lo que se llamó entonces "nacimientos ilegítimos", excepto entre
quienes eran bastante mayores, o entre quienes no recibieron educación sexual.
En New Haven había tres escuelas similares. Una de ellas instauró un amplio
programa de educación sexual 11 años antes, que condujo a un perturbador aumento
del número de embarazos, comparado con las otras dos escuelas que no ofrecieron
ese programa. Concluyó que era necesaria más investigación y evidencia
estadística antes de adoptar tales programas, que, en su opinión, "pueden estar
contribuyendo al problema".(57)
Numerosos estudios publicados
refuerzan esta opinión. Informes de Marsiglio y Mott, y Dawson encontraron que
los niños que recibieron educación sexual temprana tenían entre 1,2 y 1,5 más
probabilidades de emprender una actividad sexual precoz.(58,59) Uno de Harris y
su equipo, comisionado por Planned Parenthood, confirmó estos hallazgos.(18) Y,
más recientemente, la prensa diaria ha informado de experiencias similares en
Los Angeles y en Colorado.(60,61)
El CDC ha informado de un
aumento de la actividad sexual de las quinceañeras, del 4,6% en 1970 al 25,6% en
1988.(62) El análisis de estos datos, publicado en Family Planning Perspectives,
reveló un aumentó de la promiscuidad y poca práctica de la contracepción.(63)
Dada la naturaleza de la evidencia, y la posición de los realizadores de la
encuesta a favor de la contracepción, las verdaderas cifras de no uso del
preservativo pueden ser incluso mayores del 30-50% reconocido por los chicos y
chicas. Los datos se confirman de nuevo en un informe del CDC de septiembre de
1992 que trata de la promiscuidad de los adolescentes, el SIDA y los
preservativos.(64)
Para la sociedad en general,
parece evidente que la educación sexual ha fracasado. Pero para evaluar el éxito
o el fracaso, tenemos que mirar los objetivos. Dada la información disponible en
los párrafos anteriores, podría parecer que el objetivo declarado de reducir los
embarazos de las adolescentes no se ha conseguido, y la insistencia en estos
programas lleva a la conclusión inevitable de que el verdadero objetivo ha sido
cambiar las actitudes sociales hacia el sexo, aboliendo las restricciones
tradicionales en este campo y alentando la aceptación de prácticas que muchos
padres consideran desviadas. Tales metas pueden ser difíciles de defender en un
debate público, por lo que el mito del SIDA y de la prevención del embarazo
tiene que perpetuarse.
Un artículo reciente en
Parents Magazine declara abiertamente que la meta del Sex Information and
Education Council de los Estados Unidos (SIECUS) y de la Planned Parenthood es
"promover una sexualidad sana en los jóvenes, proporcionándoles las habilidades
que necesitan para ayudarles a tomar decisiones sexuales responsables"(65), pero
no asumirán ninguna responsabilidad de los desastres que dejan detrás, que
afectan a nuestros hijos, cuando sus intentos de ingeniería social fallan, y se
enseñan a seres humanos jóvenes inmaduros como hechos ideas basadas en opiniones
no comprobadas pero de moda, rechazando absolutamente la sabiduría de siglos de
civilización. La percepción universal del matrimonio como el ambiente adecuado
para el goce de una vida sexual saludable y el crecimiento de la familia no
puede atribuirse a creencias religiosas o morales particulares, sino que debe
reconocerse como el resultado de innumerables intentos de ensayo y error.
Cualquier modificación de las costumbres establecidas requeriría una evidencia
científica que los modernos abogados de la actividad sexual desenfrenada han
sido incapaces de proporcionar. El sistema de escuelas públicas de la ciudad de
Nueva York proporciona una oportunidad selecta de desarrollar un estudio
científico cuidadosamente controlado, que compare lo tradicional, las técnicas
basadas en la abstinencia que han funcionado en las generaciones anteriores, y
lo nuevo, la promiscuidad protegida, tan entusiastamente
defendida.
Alternativas al
preservativo/ educación sexual sobre VIH
Kirby ha analizado los
diferentes enfoques de la educación sexual y la prevención de embarazos y ETS.
Concluye que el plan de estudios orientado hacia el conocimiento ha fallado,
descubrimiento que confirma tardíamente la conclusión de los antiguos filósofos
griegos, que el conocimiento y la práctica de virtud no se exigen mutuamente.
Los que Kirby llama de "segunda generación", que intentan clarificar los valores
y fundamentar la toma de decisiones, también los considera fracasados. Y, sin
análisis, también desecha los programas de "tercera generación" basados en
la abstinencia.
Parece haber un conocimiento superior entre los expertos, que
les permite eliminar de su consideración este enfoque, sin siquiera mirar los
resultados de los experimentos que han empleado esos métodos. Procede entonces a
defender un programa de "cuarta generación", mezcla de abstinencia y
contracepción, que llama "Reducir el riesgo". Según su análisis, este programa
no redujo la actividad sexual, y pareció tener éxito en aumentar la práctica de
la contracepción en mujeres y "jóvenes de bajo
riesgo".(66)
Como ya hemos afirmado, las
estadísticas del CDC y del Comité de Salud de la ciudad de Nueva York revelan
una llamativa disparidad en las frecuencias de transmisión heterosexual del VIH
entre los compañeros varones y mujeres, disparidad que, por razones
desconocidas, es mucho más notable en blancos que en negros o hispánicos. Los
métodos contraceptivos bien recibidos por las mujeres, pero no por los hombres,
suponiendo que los jóvenes hubieran contestado correctamente, sólo pueden ser de
tipos que no tienen ningún efecto en la transmisión del VIH, y los métodos que
benefician a grupos de bajo riesgo, mientras dejan a los de alto riesgo igual,
no parecen dignos de mucho esfuerzo. Si, por otra parte, pudiéramos desarrollar
programas que convirtieran el alto riesgo en bajo riesgo, y el bajo riesgo en
ningún riesgo, nuestras autoridades deberían explorarlos y evaluarlos
cuidadosamente por medio de estudios comparativos
controlados.
El título XX de la ley del
Servicio de la Salud
Público de 1981 intentó hacer exactamente eso. Ayudó a
desarrollar y evaluar métodos basados en la abstinencia. El primer
programa de este tipo, denominado "Posponer las relaciones sexuales" comenzó en
Atlanta en 1983, en las escuelas del centro de la ciudad. "Al final del 8º
grado, los estudiantes que no habían participado en el programa tenían cinco
veces más probabilidades de haber empezado su actividad sexual que quienes
habían seguido el programa".(67)
Se ha desarrollado un gran
número de programas similares, y aunque muchos de ellos suelen ser obra de
personas con una orientación espiritual, todos los que han recibido alguna
financiación de fuentes federales, se han mantenido estrictamente en terreno no
religioso. Entre ellos podemos citar el plan "Community of Caring"(68) de
la Fundación
Joseph Kennedy, "Teen Aid"(69), "Sex Respect"(70), "Teen
Choice"(71) y "Free Teens".(72) El común denominador de todos estos programas es
que la abstinencia es la opción más saludable para los adolescentes, y que la
actividad sexual debe reservarse para una relación madura y comprometida y que
educar el carácter es una parte deseable de cualquier sistema educativo. Todo
estos programas han mostrado notable efectividad para reducir la tasa de
actividad sexual y embarazos, resultados que no puede ostentar ninguno de los
programas basados en contraceptivos o drogas. Resultados similares o mejores se
esperan en la transmisión de VIH: si el riesgo de una vida nueva actúa como
disuasor, dado el refuerzo positivo, es lógico esperar lo mismo o más cuando el
riesgo es la muerte.
Y, basados en experiencia anecdótica, los programas que
subrayan la abstinencia, pero dan preservativos como una especie de salvavidas,
no han sido tan efectivos como los que se apoyan exclusivamente en la
abstinencia.(73)
Conclusión
La revolución sexual ocurrida
en las últimas décadas ha llevado a un cambio profundo en los pensamientos y
perspectivas de muchos expertos, sobre todo entre los que no tienen hijos
propios. Conductas que han llegado a ser aceptables para adultos en privado, son
propugnadas ahora para los niños. Quienes piensan de esta manera tienden a
olvidar que lleva tiempo hacer de un niño un adulto, y que las ideas
doctrinarias que no tienen obvias consecuencias trágicas para los adultos,
pueden ser malentendidas y llevadas a la práctica irresponsablemente por jóvenes
inmaduros. En nuestras escuelas nos enfrentamos con otro problema: la violencia
asesina. Ningún experto, por lo menos todavía, ha sugerido que todos los jóvenes
deban asistir a la escuela con un chaleco antibalas, o que debemos
proporcionarles instrucción adecuada sobre la manipulación correcta de armas de
fuego para evitar las muertes debidas a balas perdidas, como si cada bala
debiera dar en el blanco. Sabemos también los problemas que produce la bebida
tomada de modo irresponsable, quizás en combinación con la conducción
irresponsable. Todos pensamos lo mismo en estos campos, pero no hemos podido
hallar maneras fiables de enseñar responsabilidad a los jóvenes, excepto
intentar prohibir las actividades particularmente peligrosas, y esperar que
sobrevivan hasta que la vida misma les enseñe una conducta más responsable,
siendo el matrimonio tradicional una de las escuelas con más éxito para
conseguir este objetivo.
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70. Sex Respect.
Project Respect. PO Box 97 Golf IL 60029
71. Teen Choice.
6201 Leesburg Pike, Falls Church VA 22044.
72. Free Teens.
7 Park Av. Westwood NJ 07675.
73. Funderburk
Patricia, (former) Director of the Office of Adolescent Pregnancy Programs in
the USA. "Abstinence Education and Public Policy". Teaching Abstinence in the
Public Schools. Jacob Javits Convention Center New York, NY. September 19,1992.
Ms Funderburk is presently Director of Educational Services, Americans for a
Sound AIDS Policy.
(a) Virus de la
inmunodeficiencia humana.
(b) Perspectivas en
Planificación Familiar.
(c) Food and Drug
Administration: entidad del gobierno USA que se encarga de la aprobación de
medicamentos, prótesis, aditivos alimentarios, etc.
(d) Committee for Disease
Control: Comité de control de enfermedades infecciosas de
Atlanta.
(e) Planned Parenthood
Federation (Federación de paternidad planificada): Asociación estadounidense, no
estatal, que tiene como fin programático la difusión de métodos contraceptivos,
tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
(f) Enfermedad de transmisión
sexual.
(g) Polymerase Chain Reaction:
análisis que permite averiguar si una muestra biológica contiene unos genes que
se buscan, aunque éstos se encuentren presentes en una cantidad muy
baja.
(h) Consejo sobre educación e
información sexual.
Traducción castellana: Antonio
Pardo
Fuente: CIAS,
5/11/2005