DECLARACIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE
DEL EPISCOPADO
SOBRE PROYECTOS QUE INTENTAN
DAR EL STATUS JURÍDICO DEL MATRIMONIO A LAS
UNIONES HOMOSEXUALES
Ante el
conocimiento de un próximo debate legislativo sobre proyectos de ley de
matrimonio homosexual, la Comisión Ejecutiva de
la
Conferencia Episcopal Argentina manifiesta al respecto:
El matrimonio
como relación estable entre el hombre y la mujer, que en su diversidad se
complementan para la transmisión y cuidado de la vida, es un bien que hace tanto
al desarrollo de las personas como de la sociedad. No estamos ante un
hecho privado o una opción religiosa, sino ante una realidad que tiene su raíz
en la misma naturaleza del hombre, que es varón y mujer. Este hecho, en su
diversidad y reciprocidad, se convierte, incluso, en el fundamento de una sana y
necesaria educación sexual. No sería posible educar la sexualidad de un niño o
de una niña, sin una idea clara del significado o lenguaje sexual de su cuerpo.
Estos aspectos que se refieren a la diversidad sexual como al nacimiento de la
vida, siempre fueron tenidos en cuenta como fuente legislativa a la hora de
definir la esencia y finalidad del matrimonio. En el matrimonio se encuentran y
realizan tanto las personas en su libertad, como el origen y el cuidado de la
vida.
Esto no debe ser
considerado como un límite que descalifica, sino como la exigencia de una
realidad que por su misma índole natural y significado social, debe ser tutelada
jurídicamente. Estamos ante una realidad que antecede al derecho positivo y, por
lo mismo, es para él fuente normativa en lo sustancial.
Afirmar la
heterosexualidad como requisito para el matrimonio no es discriminar, sino
partir de una nota objetiva que es su presupuesto. Lo contrario sería desconocer
su esencia, es decir, aquello que es. “El matrimonio no es una institución
puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo
largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes
espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y
permanentes”.
El matrimonio se
funda en la unión complementaria del varón y la mujer, cuyas naturalezas se
enriquecen con el aporte de esa diversidad radical. La realidad nos muestra que
toda consideración física, psicológica y afectiva de los sexos, es expresión de
esa diversidad, la cual además no se explica en un sentido antagónico, sino de
complemento mutuo. El varón y la mujer, conforman desde esa diversidad
complementaria, una nueva realidad que es la familia y que, desde los inicios
mismos de la humanidad, ha sido protegida por las sociedades civilizadas, con la
institución del matrimonio. Confirma esa realidad, la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre la cual exige “reconocer el derecho del hombre y de
la mujer a contraer matrimonio y a formar una familia”.
Es
responsabilidad de todos proteger este “bien de la humanidad”, (como llamaba
Juan Pablo II a la familia), de allí el deseo que nos mueve a sumar las
presentes reflexiones en un diálogo sincero con la sociedad y como aporte a
quienes tienen la difícil tarea de legislar sobre estos temas.
La Sagrada Familia de
Nazareth, modelo permanente, ayude a descubrir a nuestros jóvenes, el valor de
la vocación matrimonial.
Comisión
Ejecutiva de la Conferencia Episcopal
Argentina
5/11/2009